Saturday, September 29, 2007

MUJERES WAYÚU, TERRITORIO Y COMERCIO DE COMBUSTIBLE EN LA FRONTERA COLOMBO-VENEZOLANA[1]

Por:
ANNY GUTIÉRREZ C[2].


“Se que caigo en lo inexplicable cuando afirmo que la realidad –una noción tan fluctuante--, el conocimiento más exacto posible de los seres, es nuestro punto de contacto y nuestra vía de acceso a las cosas que van más allá de la realidad. El día que salimos de ciertas realidades muy simples, fabulamos, caemos en la retórica o en el intelectualismo muerto”.

(Marguerite Yourcenar, 1982)

Introducción

El pueblo indígena Wayúu se encuentra asentado, según Ardila (1992:74) “[…] en la península de La Guajira, dividida hoy entre las repúblicas de Colombia y Venezuela; no obstante, ellos --alrededor de 127.269 personas en Colombia-- sólo reconocen su pertenencia a la nación Wayúu, aunque en su provecho sacan los beneficios que de alguna manera les significa ser unas veces colombianos, otras venezolanos”.

Según Vergara (1990: 141) “[…] ocupa una extensión de 15.380 kilómetros cuadrados aproximadamente, de los cuales 120.000 corresponden a Colombia, comprendiendo los municipios de Uribia, Manaure y Maicao en el departamento de La Guajira, y 3.380 kilómetros cuadrados pertenecen al Distrito Páez del Estado de Zulia en Venezuela”. Los Wayúu conciben su territorio como unos solo, para ellos no existen las fronteras ni relimitaciones que los separen y es por esta razón que las mujeres y hombres indígenas diariamente se desplazan de un lado a otro, según la actividad laboral que desempeñen o por algún motivo particular.

La península de La Guajira según Ramírez (2005: 40) “está dividida en tres territorios: el territorio de la Alta, que es árido y de costa; el de la Media, que es semiárido y alcanza a llegar hasta la Serranía del Perijá, y el territorio de la Baja, que alcanza a ser un poco más selvático, que es parte de la Serranía del Perijá y de los Montes de Oca, entonces bo es solamente el desierto exótico que todo el mundo se imagina, sino que también existe otro tipo de biodiversidad”. Un aspecto importante en la concepción del territorio dentro del pueblo Wayúu son los cementerios, pues cada persona pertenece al lugar donde están sus muertos, y si por algún motivo o circunstancia se va a vivir a otro lugar, siempre recordará su sitio de origen.

Economía en el Caribe: Breve perspectiva histórica

El Caribe colombiano ha sido un espacio de articulación de diversas costumbres, creencias, economías y políticas. Estos aspectos son el producto del “contacto” con el “otro”, y en la actualidad se mantienen y se conservan. Un caso particular es el contrabando, economía informal que ha venido siendo el eje de las relaciones comerciales en el Caribe, La Guajira y el pueblo Wayúu.

Desde una perspectiva histórica son varios los autores que han tratado el aspecto del contrabando. Múnera (1994: 131) nos comenta que desde un principio la autoridad central “impone un régimen un régimen prohibitivo que niega la posibilidad de comerciar libremente en el mar Caribe. Ahora bien, el hecho de que aquí surja el contrabando como una actividad dominante no significa que nos se hubiera presentado con mucho vigor desde antes. Por el contrario, los siglos XVII y XVIII están atravesados por el auge y vigencia de la ilegalidad en el comercio cotidiano de las provincias caribeñas. Es más, el contrabando es la esencia misma de la vida económica de Santa Marta y La Guajira”. Por su parte, Polo (2000: 42) resalta que “en zonas como La Guajira, tal actividad atentaba directamente contra el domino español, toda vez que permitió la adquisición de armas de fuego por parte de los indios Guajiros, aumentando con ello su capacidad militar de respuesta a las autoridades reales. Cabe anotar que muchos indígenas crearon alanzas con potencias extranjeras como la inglesa y la holandesa, desafiando el esquema central de comercio y gobierno sobre los territorios del Caribe.

Con respecto a los modelos económicos, Carabalí (2001: 2) señala que “para España la meta del trabajo era el atesoramiento de bienes y la acumulación, mientras que para el resto de poderes europeos la meta del trabajo del “hombre” estaba en la posibilidad de intercambiar y producir ganancias a través de la actividad comercial. Mientras el uno propugnaba por el estatismo de los bienes y servicios, los otros luchaban por la movilidad como fuente de riqueza.

Mientras que los centros de contrabando en el Caribe fueron Curazao, dominado por los holandeses, y Jamaica, potencia productora de azúcar y ron, centro de acumulación de mercancías y esclavos, dominada por los ingleses; en La Guajira eran Puerto López, Puerto Estrella, Bahía Portete y Puerto Nuevo. Según Avella[3], la generalización del contrabando en el Caribe, “en todas las épocas y prácticamente en todos los lugares, no sólo fue una oposición velada a la “colonial ruler”, sino también una forma de hacer guerra “por otros medios”, que cada potencia utilizaba contra las demás”. Maracaibo también fue un punto de práctica del contrabando por sus cercanías a La Guajira colombiana, desde allí se accedía a otros puntos costeros que fueron claves para esta estrategia comercial.

El pueblo Wayúu ha trabajado desde tiempo atrás en el comercio, desde el contacto inicial con europeos en el intercambio de productos como el palo brasil, dividivi, perlas preciosas, mano de obra, etc., y recientemente, como lo ha descrito Pineda (1990: 264) “el indígena de mediados de siglo no podía vivir sin el contacto con la sociedad mestiza. Lo hacían en la colombiana y lo hacían con la venezolana. Tenían que hacerlo por necesidad […] a causa de las sequías y porque en su mundo y desde hacia largo tiempo, se había introducido el uso del dinero y la economía monetaria por razones diversas (otra vez aparece la sombra ominosa de las sequías) y para diferentes propósitos”.

Economía de frontera: Los Wayúu bajo las lógicas económicas colombo-venezolanas

Una de las alternativas económicas que se presentó a comienzos del siglo XX se encuentra vinculada a las dinámicas económicas venezolanas. Aquí entra en juego la historia de los hidrocarburos en Venezuela, que comienza con la llegada al país de compañías extranjeras a principios de siglo. Cabe destacar que fue en 1913 cuando se descubrieron las inmensas reservas petrolíferas del campo Mene Grande en la cuenca del Zulia, a partir de ahí se inicia su firme explotación comercial. A raíz de la explotación petrolera en Venezuela, el pueblo Wayúu empezó a incursionar en el mercado moderno del combustible. Aún cuando no se ha establecido una fecha específica que indique el inicio de la actividad comercial de los indígenas con este producto, se cree que aproximadamente entre la década de los años 30 y 40[4] se integran al boom petrolero, mediante el comercio del combustible de una manera ilegal en la zona fronteriza; aspecto que en la actualidad hace parte fundamental de sus dinámicas socioeconómicas. En consecuencia, a partir del 1 de enero del año 2001, el gobierno venezolano creó un programa especial llamado Sistema de Abastecimiento Fronterizo Especial de Combustible (SAFEC), con el propósito de estimular el control del contrabando. Por su parte el gobierno colombiano, debido a las pérdidas que el contrabando genera en las fronteras y el resto del país, decidió tomar medidas drásticas para erradicar por completo el comercio irregular y penalizar este “delito” expidiendo el Decreto 1900[5] de 2002.

Lucha y reivindicación indígena

Llegando a la frontera conocida popularmente como “La Raya”, existen dos letras grandes que son las iniciales de cada país, la C de Colombia y la V de Venezuela, ellas marcan el lugar donde comienza el territorio de cada uno. Entre estas dos letras hay un espacio de unos cien metros aproximadamente, conocido con el nombre de “Tierra de Nadie”, puesto que ningún país ejerce jurisdicción allí, sólo el pueblo Wayúu. En esta extensión de territorio se recibe a la gente que participa en los paros y protestas, como estrategia para manifestarse en contra de las políticas que puedan llegar a perjudicar a los comerciantes desde cualquiera de los dos gobiernos.

Cuando se expidió el Decreto 1900, un grupo de comerciantes, hombres y mujeres, realizaron una ásamela durante doce días en la zona conocida como “Tierra de Nadie”, con el propósito de llamar la atención del gobierno colombiano para que derogara el decreto que trababa la actividad tradicional del comercio de combustible que se realiza de Venezuela a Colombia. En aquella oportunidad, el gobierno no consultó con el pueblo Wayúu, lo que causó gran sorpresa por el modo en que las autoridades encargadas del control fronterizo aplicaron el decreto. Los comerciantes no estaban de acuerdo con la medida adoptada por el gobierno central, puesto que muchas familias Wayúu han vivido y viven de ese comercio ilegal. Se llegó entonces a una concertación en la que decidieron continuar el paro en la frontera hasta que el gobierno escuchara sus opiniones y derechos, incluyendo el del trabajo.

La “Tierra de Nadie” es el espacio donde se articula el comercio de combustible. Los hombres y mujeres que traen gasolina desde Venezuela necesariamente tienen que transitar por la ruta Paraguachón-Maicao. Por consiguiente, es el espacio donde se trabaja, se entablan relaciones sociales, se crean alianzas, actos de solidaridad, amistades y se reclaman derechos indígenas. Así mismo, se generan discusiones alrededor de un problema o conflicto particular con los Estados y tanto los indígenas como los no indígenas toman medidas de resistencia y se agrupan para exigir respeto por sus derechos constitucionales. Respecto de estas exigencias indígenas Oslender (2000: 193) comenta que “es justamente en la experiencia concreta de la acción colectiva que se forma la identidad de los actores sociales en términos de resistencia”.

Observamos que estas luchas son esencialmente políticas por la forma en que las prácticas sociales están inscritas y enmarcadas. De esta manera, el espacio fronterizo no está separado de la política, es político y estratégico. El espacio ha sido formado y modelado por elementos socioculturales e históricos del pueblo Wayúu; hombres y mujeres manifiestan que es el único recurso para que los gobiernos escuchen sus exigencias de pueblo indígena, por consiguiente, bloquear la frontera es un acto de resistencia, lucha y reivindicación.

Con respecto al espacio, Oslender (2000: 196) citando a Lefebvre propone tres momentos interconectados en la producción del mismo: las prácticas espaciales; las representaciones del espacio, y los espacios de representación.

Las prácticas espaciales se refieren a “las formas en que se utiliza y percibe un espacio, éstas prácticas están vinculadas con las experiencias de la vida cotidiana” y las memorias de la colectividad en dicho espacio. Las personas comerciantes utilizan y perciben el espacio fronterizo como un lugar de descanso donde se entablan amistades así como un lugar de trabajo en que se puede transitar de un lado a otro con los vehículos llenos de gasolina y como zona comercial.

Las representaciones del espacio se refieren a “espacios concebidos que están derivados de una lógica particular y de saberes técnicos y racionales. Estos saberes están vinculados con las instituciones del poder dominante y con las representaciones normalizadas generadas por una lógica de visualización hegemónica”. Aquí entran en juego las representaciones de dos actores que se articulan en la frontera colombo-venezolana: primero, los Estados (Colombia y Venezuela) y segundo, los hombres y mujeres comerciantes de combustible.

Las concepciones del espacio fronterizo de los dos actores sociales se puede representar de la siguiente forma:

- Los Wayúu: i) conciben su territorio-espacio como uno sólo, es decir, la frontera no existe; ii) el territorio ancestral no tiene límites; y iii) se refieren al espacio fronterizo como “La Raya”.

- Los Estados de Colombia y Venezuela: i) conciben el territorio fronterizo de manera fragmentada, donde cada país ejerce jurisdicción en la parte que le pertenece; ii) demarcan la frontera como límite; y iii) se refieren al espacio fronterizo como “la frontera.

De esta manera se produce una visión particular de cada actor social donde los Estados, en este caso, tienen un criterio de verdad del espacio y promulgan cómo manejarlo por medio de unas políticas particulares conocidas como “leyes de frontera”; mientras que la concepción Wayúu es diferente a la hegemónica, y no es tenida en cuenta en los planteamientos políticos, lo que genera un oscurecimiento de las luchas indígenas y otras formas de ver y percibir el espacio.

El Estado y sus políticas al no reconocer las diferentes perspectivas y concepciones de territorio, han generado en hombres y mujeres Wayúu formas de resistencia. Lefebvre sitúa éstas resistencias en los espacios de representación, “éstos son espacios vividos, que se producen y modifican en el transcurso del tiempo. Expresan formas de conocimientos locales y menos formales (corra issances) que son dinámicas simbólicas y saturadas de significados”. En el espacio fronterizo encontramos contra-discursos y prácticas “irregulares” por parte de hombres y mujeres comerciantes que se niegan a reconocer y a aceptar el poder hegemónico. En este sentido, el comercio ilegal o contrabando, es un cato de resistencia a la economía capitalista y dominante; claro que sin desconocer que los Wayúu también han ingresado a las dinámicas del capitalismo. De este modo, la vida cotidiana de las personas que comercializan con combustible se desarrolla en una relación dialéctica entre espacio y capitalismo, su vida está enmarcada por procesos de restricción y “colonización” en diferentes niveles: i) relación armónica entre los dos países, Colombia y Venezuela; ii) las reglamentaciones de los Estados en las fronteras; y iii) efectos del mercado: dependencia del comercio de gasolina como una de las pocas alternativas de trabajo. Por consiguiente, el espacio fronterizo es un recursos organizativo y una fuerza de producción de capitalismo.

Rol actual de la mujer Wayúu en la economía de la frontera colombo-venezolana

Según las comerciantes la vinculación de la mujer Wayúu al comercio de combustible obedece a una gran oportunidad de trabajo, una de las pocas alternativas que se presentan en La Guajira. La actitud de la mujer con respecto a las oportunidades y sus propias decisiones sobre el trabajo “tiene que ser vista desde una perspectiva dinámica; no debe suponerse que las preferencias son fijas sino que son el resultado de factores cambiantes tales como el acceso a la tierra, trabajo doméstico, estructura familiar, disponibilidad de empleo y la percepción que la mujer tiene de si misma” (Benería, 1982: 26).

La vinculación de la mujer Wayúu en este comercio de combustible obedece a los siguientes aspectos:

- Falta de alternativas u opciones de trabajo en la frontera colombo-venezolana.
- La mujer Wayúu debido a su papel relevante dentro de la familia, es la persona en quien recae la mayoría de las veces las responsabilidades dentro y fuera del hogar; trabaja para su familia en actividades económicas particulares lejos de su casa, como por ejemplo, en el comercio de combustible. Algunas mujeres comerciantes se vincularon a este oficio desde el producto hizo su aparición.
- El hombre Wayúu también se vinculó a la comercialización del combustible, pero como era agredido por la Guardia Nacional venezolana y la autoridad colombiana, quienes les quitaban sus pimpinas y carros llenos de combustible, dejándolos sin medios con qué trabajar. Las mujeres al ver que sus maridos eran víctimas de dichos atropellos tomaron la decisión de ejercer el rol de comerciantes con la idea de proteger a sus compañeros y con la concepción de que a la mujer no se la maltrata.
- El combustible como una nueva oportunidad de trabajo según la época y los auges que ha presentado.
- La posibilidad de tener un ingreso para el sostenimiento del hogar y la familia.
- Independencia económica y satisfacción de necesidades particulares.

La vinculación de la mujer al transporte y comercialización del combustible encontró una fuerte base en la tradición cultural, pues la mujer tiene gran importancia en la reproducción social del grupo y en ella recaen también las responsabilidades económicas para con éste. En este sentido, el rol tradicional de la mujer Wayúu no tiene una ruptura sino una continuidad; al estar vinculada en otras dinámicas y oficios su conducta cultural se fortalece al tener acceso a otros escenarios socioeconómicos y culturales. De igual manera, recibe beneficios económicos y su posición, empoderamiento y estatus, dentro y fuera de sus familias, se vigorizan.

Bibliografía

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BENERÍA, L. y SEN, G. 1982. Acumulación, reproducción y el papel de la mujer en el desarrollo económico: Una revisión a Boserup. En: LEÓN, M. Las trabajadoras del agro II. ACEP. Bogotá, D.C.

CARABALÍA A., A. 2001. Panteón Caribe. Documento del Ciclo II y Dinámicas, Módulos Geohistoria y Cultura. Sin Publicar, Instituto de Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia. Sede San Andrés. Riohacha.

MÚNERA A. 1994. Ilegalidad y frontera, 1770-1800. En: MEISEL R. A. (Editor). Historia económica y social del Caribe colombiano. ECOE. Ediciones Uninorte. Bogotá D.C.

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[1] Tomado de: LUZ MARINA DONATO, ELSA MATILDE ESCOBAR, PÍA ESCOBAR, ARACELLY PAZMIÑO y ASTRUD ULLOA (Editoras). Mujeres Indígenas, Territorialidad y Biodiversidad en el Contexto Latinoamericano. Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Fundación Natura Colombia. Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Oficina Contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas. Bogotá, D.C. Enero de 2007. Pp. 93-100.
[2] Antropóloga de la Universidad del Magdalena. Magíster en Estudios de Género, Mujer y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia.
[3] Véase: El Caribe para una Geohistoria. Propuesta de Investigación. Versión Preliminar. Instituto de Estudios Caribeños. Universidad Nacional de Colombia. Sede San Andrés. Inédito. P.11.
[4] Fecha aproximada de ingreso a la comercialización que recuerdan las personas entrevistadas durante el trabajo de campo (2002-2005).
[5] Promulgado el día 23 de agosto de 2002, tiene como propósito adoptar medidas, en materia penal y procesal, contra las organizaciones delincuenciales, tipificar penalmente conductas, aumentar penas y hacer modificaciones en cuanto al procedimiento penal, así como dar penalización al contrabando.

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